jueves, 9 de junio de 2011

Anhelo de pasión

Le mira tumbada y con las piernas abiertas. Lleva mucho tiempo deseando que suceda este momento. Y sabe que no se arrepentirá. Le desea. Le provoca tanto que a veces cuando le mira necesita todas sus fuerzas para que no se note que se pasaría horas devorándole y haciendo de sus cuerpos uno solo.

Algunas personas llamarían a lo que está a punto de pasar hacer el amor. Pero tan solo van a follar. Follar por todos los meses transcurridos en que se han imaginado desnudos, en los que se han imaginado haciendo diabluras, en los que han casi tocado el cuerpo del otro a pesar de la lejanía.

Nota sus ojos recorriéndola y un escalofrío le cruza de los pies a la cabeza. Los jadeos empiezan en su cerebro aunque no se hayan manifestado en alto. Le ve inclinar su cabeza sobre su sexo. La lengua sobre su coño, se muerde los labios para no dejar escapar un sonoro suspiro.

Si en algún momento del pasado le hubieran dicho que se encontraría en una situación así habría tachado a esa persona de loca e incluso habría pensando que la veían como una zorra. Podría haberse llegado a enfadar pero ahora no... porqué hacerlo si era la verdad. Era una zorra, una zorra anhelante de polla. De su polla. Una zorra húmeda que tan solo piensa en disfrutar hasta caer desfallecida rogando que no pare de hacerla suya.

Con cada una de sus terminaciones nerviosas encendidas y sintiendo orgasmos. Uno tras otro... chispazos de electricidad quitándole y otorgándole vida.

Juega con su sexo. Su tacto de mariposa ha hecho que sus poros exhalen sudor. Sus manos juegan con sus pezones. Los retuercen y reaccionan endureciéndose como dos pequeños diamantes. Se incorpora instintivamente para reclamar sus labios sobre los suyos. Para probar su propio sabor. El responde apropiándose de su boca, dejando ir la saliva para mezclar las dos... La humedad va inundando el ambiente. El olor casi se palpa...

La folla con los dedos. Los músculos de su vientre se contraen sintiendo oleadas de placer. No las combate. Deja que la inunden. Que ahoguen sus sentidos y sus pensamientos. Una única idea brilla en su mente... no dejar escapar ni un solo instante de éxtasis.

Ahora es el juguete el que horada su coño... Su piel mojada contra la de ella... sus labios tan pronto devoran su boca como dan cuenta de sus pechos o dejan escapar jadeos sobre su cuello. Tiembla. Toda ella tiembla al notar lo mucho que la desea. Jamás lo hubiera podido imaginar.

15 años de diferencia que no son nada. Casi se podría decir que viven para el sexo. Para tener momentos así. Para comprender que son sucesos como esos los que otorgan sentido a muchas cosas. Que se vive para ser felices y, a ellos, follar les hace felices.

De sus labios brotan halagos... le dice que le encanta verla disfrutar. Que le excita. Que le provoca. Es un hombre y ella, en estos momentos, le hace sentir el tipo más deseado de la tierra. En estos momentos y en ese lugar es lo que es. Un tipo que la folla... que la hace suya y de nadie más. Y ella con los ojos y con palabras le dice que le necesita. Que le quiere dentro de ella. Su falo penetrando su vagina, cada centímetro de esa polla tomando posesión de su territorio.

Se arquea y gime en alto cuando él se lo concede. Mueve sus caderas para que se hunda cada vez más dentro. Para sentirle completándola. Y nota el calor de su semen derramándose sobre ella. El primer hombre que vierte su semilla en esa cavidad, en ese altar al placer y lascivia femenino. Las caderas siguen moviéndose en un intento de impedir que pierda consistencia. Sus manos recorren la piel de él para hacer suyas cada una de las gotas de sudor que le ha hecho brotar. Sabe que se tomen un instante o no y si nada lo impide él tomará posesión de todo su cuerpo. Y ella se dejará socavar.

Un buen polvo no se debe dejar escapar. Y estaría follando con él desde el amanecer hasta el anochecer. Porque su único objetivo es proporcionarle el máximo placer que pueda. La hace sentir mujer, femenina y poderosa.

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