jueves, 23 de junio de 2011

Y fui infiel

 Tengo muchos amigos y con la mayoría de ellos no he llegado a nada porque me da miedo traspasar la barrera de la amistad y perderles. Les valoro más de esa manera y, en principio, no les quiero de otra manera. Sin embargo mi carácter abierto y extrovertido hace que nuestras conversaciones deriven bastantes veces a temas de carácter sexual; qué si a ti te gusta hacer esto o aquello, que si pondrías reparos a que te la metiesen por detrás, que si a ellos o a mi nos importaría hacer tríos u orgías...


Respondo sinceramente a cada una de esas cuestiones. No tengo reparos a poner en práctica casi nada en cuestión de sexo pero eso sí, normalmente con mi pareja, si la tengo en ese momento o con alguien con el que tenga la suficiente confianza pero que no llegue a ser, realmente, un amigo. A pesar de esto he de reconocer que más de una vez esas conversaciones me han encendido la lívido y he deseado que dejásemos las palabras para pasar a la acción.


La última de estas charlas me dejó tan encendida que tuve que ir a los servicios de mi oficina para calmar el caletón que me recorría todo el cuerpo. Maldita sea que esas palabras hubieran sido cruzadas a través de las teclas de un ordenador; Edu estaba a unos cuantos cientos de kilómetros de mi. 


En estos momentos ambos tenemos pareja y ambos les queremos pero algo se encendió en nosotros. Entre las cosas que me dijo es que ojalá me hubiera conocido antes para que pudiéramos haber follado, le dije que si en algún momento ambos rompíamos con nuestros respectivos dejábamos un polvo pendiente... pero algo en nuestras mentes nos decía que no podríamos esperar mucho para iniciar ese prometido revolcon que nos había puesto a cien...


Estuvo varios días sin volver a conectar al chat y en cierta manera intuía que se sentía incómodo por el cariz que había tomado nuestra en principio inocente e inócua amistad. Quizá temiera que le asaltase a preguntas pero de ningún modo lo iba a hacer. Dejaría que fuera él, en todo caso, el que si quería volviese a iniciar una conversación de ese tipo.


Una semana después recibí un mensaje al móvil; no fui a jugar a la wii como te dije... fui a hacerme una paja en tu honor. Me pusiste duro con solo pensar en que podrías hacerme esas cosas que ni siquiera Cris quiere hacer... No dudé en contestarle; mi coñito era un lago de lo mojado que lo dejaste... El mensaje de vuelta fue a un más caliente, si cabe; imaginarte con tus dedos incrustados en tu conejo me ha vuelto a poner la polla como un mástil... ahora mismo te la clava hasta los cojones... seguro que me pedirías que te follara bien fuerte...

Lamentablemente fui interrumpida por el teléfono fijo de casa. Me lancé a cogerlo deseosa de que fuera él pero no, era mi madre. Menudo momento... Cuando acabé de hablar con ella no tardé ni cinco minutos en abrirme de piernas ante mi inerte amigo, mi querido y adorado vibrador... Él me arrancó dos potentes orgasmos que me dejaron sin fuerza y soñando con que hubiera sido él quien me hiciera llegar al cielo.


Esa misma noche encendí el portatil para conectarme al foro en el que solía entrar e iniciar mis habituales charlas a través del sistema de mensajería instantáneas. Mi chico, que vive en otra ciudad distinta a la mía, me había mandado un mensaje diciéndome que esa noche no se conectaría porque al día siguiente tenía que madrugar. En cierta forma agradecí que no fuera a aparecer... aunque ese sentimiento me provocó cierto malestar. Cuando se inció la conexión se abrío una ventana de conversación, Edu no estaba conectado pero me había dicho algo para que lo leyese cuando yo abriese el programa...; abre tu correo te he enviado algo... 


Seguí sus instrucciones y, efectivamente, vi que me había mandado un mail con un archivo adjunto. Lo descargé. Era una foto de su morcillona polla instantes después de haberse corrido sobre un pañuelo, se podía ver perfectamente el semen sobre el papel... ummm, ojalá hubiera estado allí para que esa leche hubiera ido a parar a mi boca...
Cogí un móvil y marqué su número. Cuando contestó lo primero que dije fue;


-  Quiero tu leche en mi coño...

- Nati, la semana que viene voy para tu ciudad... ¿quieres que quedemos?
- Sí, pero será un único polvo, Edu. Ni uno más ni uno menos.


El tren llegó, por una vez, puntual a la estación de Chamartin. Poco después le vi aparecer por las escaleras mecánicas portando una única mochila como todo equipaje. Se acercó a mi y sin previo aviso me estrechó entre sus fuertes brazos.


He de decir que somos muy diferentes físicamente. Mi figura no es estilizada, ni ganaría ningún concurso de belleza pero tampoco puede decirse que este gorda. Como dice mi chico tengo unas curvas que volverían loco a cualquiera, vamos que no soy un palo sin forma ni carne. Mi pecho está coronado con dos poderosas razones de 105 de medida. Soy bajita de estatura, 1,59 y tengo un culo respingón y hermoso que a las dos parejas que he tenido hasta ahora, y a los tíos que he me he follado les encanta pellizcar y darle cachetadas mientras me la clavan, ya sea por delante o por detrás. 


Mi melena es castaña, larga, suave y brillante y mis ojos también oscuros suelen brillar alegres y sino como ahora, excitados. Suelen decirme que se me ve el alma en la mirada. 


Edu es alto, bastante más alto que yo (cosa que no es difícil). Tiene los ojos pardos, es fuerte y a finales del verano, su piel está agradablemente tostada por el sol. Pose unos músculos marcados en el abdomen y los brazos (no excesivamente, lo suficiente para hacerme saber que aguantarán bien las idas y venida de sus caderas mientras me perfora. 


Es inteligente, atractivo, simpático y suele hacerme reír. Y ahora mismo me muero por besar toda su anatomía. 


Desde mi posición entre sus brazos levanto el rostro para sonreírle, el me devuelve el gesto pero en un rápido movimiento me planta un beso en los labios al mismo tiempo que lucha por abrirlos con su lengua y empezar a adentrarse en mi. Ya me estoy empezando a mojar entera.


Fuimos charlando hasta el parking de la estación para coger mi coche y coger la M-40 camino de mi casa. Antes de que llegáramos su mano se ha metido por debajo de la falda vaquera que me he puesto hoy. Me mira sorprendido.

-  Prefiero que tengas el camino libre...
- ¿Harás todo lo que insinuaste que me harías?
- Todo... ¿acaso lo dudas?
- No lo sé... ¿te atreverías a hacer un locura ahora mismo?

- ¿Cómo cual? - Le vi bajarse la cremallera del pantalón y cogerme una de las manos, la posó sobre su entrepierna. La tenía tan dura como el pedernal. - Edu, ahora mismo estoy conduciendo... ve pensando en alguna perversión que te vuelva loco y cuando lleguemos a casa la haces realidad conmigo... no podré ningún tipo de reparo... - No fui consciente de la repercusión de mis propias palabras hasta que nada más cerrar la puerta del piso me vi bruscamente empujada contra la pared. De nuevo sus labios atacaron los míos con furia, mis gemidos se escapaban entre acometida y acometida.

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